CLICK HERE FOR THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES »

lunes, 28 de enero de 2008

JUVENTUD, DIVINO TESORO

Jóvenes conversando sobre la última película de Kiarostami

Disfruto en estos días de un ocio y una relajación que mi cuerpo necesita. Pero sufro más que nunca esa terrible paradoja de nuestro tiempo, sembrada por la ecuación tiempo-dinero. Y es que la ecuación es frustrante: cuando disponemos de una cantidad de dinero que nos permite recrearnos mínimamente(más allá de deudas o facturas), es porque hemos trabajado y seguimos trabajando de manera muy intensa, por lo que no disponemos del tiempo necesario para su disfrute. En la otra cara de la moneda, de esa misma moneda, nos encontramos con la situación en la cual disponemos de tiempo para realizar todas esas cosas que deseábamos hacer, las cuales no podemos realizar porque implican un coste que no podemos asumir. Es una de las terribles paradojas de nuestros días que está comenzando a abrir un abismo entre clases sociales, entre aquellas que disponen del tiempo y del dinero, y aquellas que no disponen de ninguna de ambas.

Esta estratificación se está efectuando a marchas forzadas y se vislumbra especialmente en sectores como la educación y la cultura. El constante empobrecimiento intelectual de las clases medias de nuestro país, no es solo fruto de una educación pésima sino también del establecimiento de una "high culture" que hace un uso elitista y sectario de la cultura, incluida esa cultura que pagamos todos (veáse Teatro Real o la alta sociedad y la cultura de la subvención). Es la eterna pregunta: ¿es la población la que no quiere cierto tipo de cultura o realmente no se le ha concedido la oportunidad de elegir? Es más, ¿no será todo esto fruto de una gestión que busca la preservación de un modelo clasista y tradicional que preserva la distinción social (como se ha hecho a lo largo de numerosas etapas históricas) a través de la cultura? Tal vez en los colegios de mi barrio sería más adecuado programar asignaturas como introducción al endeudamiento eterno o tunning básico, con el fin de lograr un mayor aprovechamiento del entorno y una mimetización anticipada con la realidad social.
Hoy en día nuestras élites juveniles son modernas, "progres", siempre de izquierdas (otra cosa está fea), van a la última, y lo mismo te hablan de diseño, de cine "dogma" o del último disco de pop intensamente experimental que ha encumbrado la "Rockdelux."..Todo esto, claro está, sin mostrar nunca lo suficientemente pudiente que son, apoyando el triunfo de la estética "casual" y otas tantas más retorcidas. Y es que en el centro de Madrid nuestras élites, comprometidas e inquietas, se esfuerzan por llevar ropajes que van de lo moderno a lo desarrapado, aunque sean de un par de ceros, mientras que en la periferia todos quieren lucir sus "Polo Ralph Lauren" o "Chevignon", montados en los BMW de segunda mano con los que endeudarán el resto de su existencia. Igual de doloroso es pensar que son estos primeros(de nuevo, oh!,paradoja) los que más interés muestran por posibilitar los cambios sociales, además de tener las herramientas y la preparación(y la concienciación) para transformar la realidad que nos ocupa al día de hoy, tremendamente desigual e injusta. Gracias a Dios, no son los únicos. Pero el despertar de la clase media tendrá que esperar al día que haya un apagón general: la Playstation, a la cabeza de la industria lobotomizadora del ocio.

Los obreros del presente y del futuro hace tiempo que no están solo en las fábricas o en la construcción. La clase obrera de nuestro tiempo perece en las oficinas, trabajando como auxiliares admistrativos o teleoperadores por sueldos míseros, hipotecados hasta la tercera generación por un chalé en Villanueva de la Chinchilla, provincia de Toledo, abducidos por la última virguería electrónica adquirida en el centro comercial de su zona. Marx no buscó en "Google" revolución.¿Quieren una frase tremendista para terminar? La incertidumbre que se cierne sobre nuestro futuro más próximo, es una cortina de humo que esconde tras de si un enorme sol, demasiado doloroso para nuestros ojos como para ser contemplado de frente.