"En este país mata una gallina y serás toda la vida un matagallinas, mata mil gallinas y serás un empresario"
Benit Mahan
No anda muy desencaminada la frase: lo vemos todos los días cuando en este, nuestro “querido país”, se encumbra al más tramposo, al ladrón, al explotador, al tirano. Y es que esto no pretende ser un homenaje a esos defensores de las “buenas costumbres”(Dios me salve de la Conferencia Episcopal) a los que oímos cada día en los medios de comunicación impartiendo e imponiendo sus lecciones morales, sino todo lo contrario. Más allá de maniqueísmos e informaciones sesgadas por las influencias de unos y otros, podemos hablar que algo funciona mal en este país cuando una persona roba una cantidad de dinero irrisoria y se le penaliza con la cárcel, mientras que otra que roba miles de millones puede librarse de esta en poco tiempo, y digo poco tiempo pensado en un plazo de días.
Y es que cosas más feas se me ocurre pensar…Con lo honrados y buenos trabajadores que somos en este país…Lo que ocurre es que somos especiales, llámenlo “picaresca española”, o llámenlo de cualquier otra forma. Por el cúmulo de especificidades que sean, poseemos un sexto sentido para las formas más avezadas de enfrentarnos e insertarnos en esta nuestra sociedad: me vienen a la cabeza palabras como “escaqueo” (Si, Hans, tenemos un término creado en español para explicar la evasión de nuestro puesto laboral), “pufo”, “chanchullo” y muchas otras versiones del “trapicheo” en general. Para bien o para mal somos un auténtico paraíso de evasión frente a los requerimientos legales, de la corrupción a todos los niveles y de objetores de cualquier sentido de “lo público”. Algunos le echan la culpa a ese “genoma latino”; siempre miramos de reojo a nuestros hermanos italianos, auténticos expertos en estas artes, pero el “caso español” posee su marca personal, esa impronta tan particular teñida de “campechanismo”, algo así como un comportamiento mafioso pero de “andar por casa”. Quien no ha escuchado alguna vez un caso similar al del hombre que le contó a un amigo entre cañas, “el arte que había tenido que utilizar en la declaración de hacienda para no declarar esas insignificantes tierras que tiene en el pueblo y donde se ha construido un chalet de 200 metrillos de nada”. Y todo esto echándose unas buenas risas, con palmaditas en la espalda incluidas. Pero realmente esto son auténticas menudencias con el dinero negro que mueve la piel de toro: “La factura ¿la quiere en negro o la ponemos con todas sus cositas?” A mi, cuando salió en los medios la noticia que decía que nuestro país era el que más billetes de 500€ poseía de la zona euro me entraron ganas de reír o de llorar (mi sueldo no llega ni de lejos a dos de estos), según se vea. La noticia iba acompañada de otro eufemismo técnico de “los expertos”, que decía que esto podía ser entre otras cosas por el blanqueo de capitales y por el “boom” inmobiliario. Me maravillan los giros lingüísticos que usan los expertos de nuestro país para formular la realidad del mismo, ya que también se podría describir, como una panda de “chorizos” que se enriqueció a costa de especular con la vivienda y que busca lavar el dinero negro de tan noble práctica.
Así los ejemplos que se han dado entre nuestras fronteras relacionados con la corrupción a todos sus niveles, son innumerables: desde Marbella a Madrid, pasando por Seseña o más recientemente el caso de los policías de Coslada (¿se imaginan una película al estilo “Training Day ambientada en Coslada, con los “polis” en plan “Latin Kings”? Desde el empresario más rico al último becario del reino, aquí todo el mundo “se busca las habichuelas” para evadir la ley y de paso llevarse algo más para el bolsillo.
En cultura, I+D o nivel de los sueldos ahí si que andamos a la cola de Europa, pero en el fino arte de la corrupción podemos presumir con todas las de la ley. Yo, con el fin de no desaprovechar tan buenas infraestructuras culturales, propongo la creación de postgrados universitarios (orientados también a un mercado internacional) en materia de corrupción. Sería incoherente no hacer negocio, con las cualidades innatas que poseemos para la materia mencionada.
Los que todavía nos cuesta, o no valemos para ello, como ustedes lo quieran ver, no “gorronear”, no pisar al prójimo para subir en nuestra carrera profesional y no apropiarnos sutilmente de lo ajeno a la mínima oportunidad, nos sigue quedando la etiqueta o el consuelo de la “buena gente”, la que al final del día se queda con cara de idiota por seguir tan jodida como siempre. Y es que, no nos engañemos, en este país nadie se ha hecho rico, sólo, trabajando…
El pobrecito hablador del 2008.
domingo, 11 de mayo de 2008
En este país...
Publicado por Shina en 6:27
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