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miércoles, 12 de septiembre de 2007

Mi Dublín





Pensando en el encanto dublinés, decía que este no se encuentra para mi en los pricipales atractivos turísticos, ya que la ciudad tampoco destaca precisamente por esto, sino que se encuentra en los detalles rutinarios y nimios. Uno se empieza a sentir un poco dublinés cuando juega un partido de fútbol contra una manada de nackers que no pasan de los quince años en los suburbios norteños: van en bici( les encanta llevarse las bicis de las demás) y tienen el fuck pegado a la boca o cuando se toma una pinta en un pub de barrio, en esos pubs que hay más allá de Temple bar, donde los abuelos de la zona son como prolongaciones de las sillas, ya que se mueven menos que los camaleones. Cómprate una camiseta del Celtic o del Liverpool y harás amigos en poco tiempo. En estos entrañables lugares puedes ver a los parroquianos sentados en su lugar de cada día, sin apenas moverse. Aquí se bebe y se bebe, y cuando acaban siguen bebiendo. Podrás ver tanto a unas niñas con faldas como cinturones (supongo que el frío da igual porque ellas ya van calentitas) con unas torrijas increíbles o a un abuelo que no termina de caerse al suelo. Un amigo dice que en Irlanda se hablan tres idiomas: el inglés, el gaélico y el borracho.

La comida es carísima y malísima, por un sandwich te pueden fajar cinco euros, y con toda la tranquilidad del mundo. Luego ya tienes un amplio abanico de establecimientos de comida basura por precios bastantes elevados para el bolsillo español: kebaps, chinos o hindúes, pollo hasta en la sopa y mucho sándwich con salsas de todos los colores. Los restaurantes son para la jet. Lo mejor sin duda las "chips", en cualquier "take away" de barrio podrás comer unas caseras "chips" por 2´50, pero hay que acordarse de avisarles que no le echen vinagre.

La garda(la policía autóctona) apenas tiene trabajo, aqui no hay criminalidad, tan solo se roban bicis, y se dedican a ponerles multas a los taxistas o a retirar borrachos de las calles...Uno casi echa de menos a esos "monillos", "tocándonos los huevos" en los parques de la periferia día y noche, buscando esa "chinilla" que pueda inculparnos; o a esa eficiente y moderna Guardia Civil, apostada en cualquier rincón de nuestras carreteras con la multa calentita en el bolsillo de la chaquetilla. "Home sweet home".

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